El animal más triste

 

 

En sus novelas -de Hobo (2012) a Los bosques imantados (2016)- una serie de preocupaciones recurrentes las desarrolla de forma muy distinta, alejado siempre de todo convencionalismo. Lo que alcanza una especial eficacia en El animal más triste (…) Juan Vico construye una obra de estructura original narrada a varias voces, donde la sexualidad es el elemento común y nada resulta arbitrario.

J. A. Masoliver Ródenas, Cultura/s  (La Vanguardia)

El animal más triste se desvela como una buena novela por su profundidad en la exploración de las relaciones sentimentales y sexuales entre compañeros y amigos, con el fracaso de tantos sueños perdidos, enriquecida con el manejo de referencias cinematográficas y literarias, y escrita en un estilo muy cuidado y ajustado a cada personaje y situación.

Ángel Basanta, El Cultural

Vico combate esa melancolía inherente del quehacer artístico con una elaboración muy poética del lenguaje con el que narra.

Matías Néspolo, El Mundo

Una interesante ficción esta que, con lograda ironía y distanciado humor, aúna la crónica generacional con la intriga psicológica, y los impulsos eróticos con el eclipse de la pasión.

J. Ferrer, La Razón

Todo apunta a una convencional historia de reencuentros, pero nada es lo que parece. Además, la exquisita escritura de Vico advierte que hemos entrado en un bosque diferente. Todo lo que huela a género, a molde prefabricado aparece solo para ser parodiado. La ironía reina en esta novela. (…) La prosa es sobria, efectiva, fluida y siempre cargada de luminosa poesía. Y lo mejor, el sabio uso de la elipsis.

Eva Díaz Pérez, Mercurio

Mediante una prosa rica en matices, que parece reclamar algo en cada composición, el autor expone un universo compartido y a la vez fragmentado por sus componentes. La elipsis, con ese fuera de campo, ese sondeo inacabado, se convierte en un recurso muy eficaz para marcar el equilibrio entre lo que se cuenta y lo que no.

Ana Punset, Diari de Tarragona

Un excelente antídoto contra la literatura fast food (…). Un narrador con un elegante estilo propio que aúna el golpe seco de la frase, la crudeza de las imágenes que desliza entre la seducción y la contundencia, las buenas estructuras que se van engarzando igual que cajas chinas con diferentes mecanismos, y su querencia por una narrativa referencial del cine, del arte, de las reflexiones en torno a la creatividad y sus crisis.

Guillermo Busutil, La Opinión de Málaga

La estructura es muy original (…) También es asombroso el cambio de registro, la precisión casi poética de su prosa.

Rosa Martí, Esquire

Explora territorios como el desencanto, la decepción, el deseo, los viejos fantasmas y la ficción, y todo con una exuberancia verbal y pericia narrativa impecables.

Sonia Peralta, Fantasticmag

Vico incurre de forma magistral en la sombra que todos proyectamos, lo que creemos ser y lo que realmente somos, en un constante juego de abstracción de la identidad que vertebra la narración de la novela.

Ginés Cutillas, Revista de Letras

El autor exhibe aquí un indudable manejo de la lengua y de los recursos literarios, sin olvidar la reflexión metaliteraria, al servicio de un argumento dramático, alternándolos con buenas dosis de ironía y sarcasmo.

Gemma Pellicer, Quimera

Hipnótica y sensorial.

Javier Menéndez Llamazares, El Diario Montañés

Juan Vico estructura ese relato de manera audaz y sorprendente, interrogándose asimismo sobre la propia estructura o posibilidades de la narración y del escritor. Una constante reflexión sobre la capacidad de la ficción, no sólo literaria sino también fílmica, para sintetizar o explicar lo que somos.

Ramón Rozas, Diario de Pontevedra

Vico hace una crítica de las convenciones sociales, pero para indagar en las carencias del grupo que durante el modernismo se otorgó la autoridad moral para criticar al resto de su sociedad: los artistas. Escribe una novela como lo haría Virginia Woolf, pero indagando en el vacío existencial de los miembros de un círculo de Bloomsbury contemporáneo, una vuelta de tuerca muy original y aplaudible.

Carlos Gámez, Nagari

El animal más triste me parece un auténtico juego de espejos, un variar la visión de los personajes para que, al final, sea el lector el que pueda sacar sus conclusiones sin que sea la propia lectura la que las dé. Ahí radica lo bueno de Juan Vico y de esta novela.

Sergio Sancor, A golpe de letra

Una novela de múltiples niveles que juega constantemente con las reglas literarias y narrativas, al mismo tiempo que reflexiona sobre nuestra sociedad.

Alejandro F. Orradre, Hablando con letras

Quizá ese descubrimiento, el de que unos pierden más que otros, y los otros lo hacen sin saberlo y así hasta el cómputo general y sartriano de que todos perdemos en el camino, sea para mí uno de los ejes de esta espléndida novela.

Juan Laborda Barceló, Kermés Literaria

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